30 jul 2010

Un suave cosquilleo


Creo que ayer volví a sentirlo.
Sí, sí, ese cosquilleo. ¿Tú también lo recuerdas?.
Estaba tumbada encima de mi cama, tapada de nuevo con mi colcha de algodón, cuando se abrió la ventana derrepente.
Me sobresalté basante, y giré mi cara hacia esos marcos de la ventana chirriantes, ya muy desgastados.
Había que tener en cuenta que la casa era muy vieja, quizá tenía ya 150 años y se conservaba, dentro de lo que cabe, bastante bien.
Sólo ví las grandes ramas del árbol de mi jardín asomadas por ese resquicio. Y un pequeño cuervo asomado, mirandome fijamente.
Ni me moví , ni pensé, ni grité, solo me quedé muy quieta, tal y como estaba, observandolo.
Le faltaban varias plumas, pero para cuando quise darme cuenta, entraron una bandada más de cuervos por la ventana.
Asustada y aturdida salí corriendo de mi habitación y me topé con la puerta del cuarto de al lado.
Allí estaba él, de nuevo.
No tenía ninguna gana de verlo, pero estaba muy asustada. Entré, con la duda de si sería bien recibida, o me echaría directamente.
-¿Puedo..pasar, porfavor?
-¿Qué te pasa?-dijo él incorporándose en la cama-.
-Ha entrado una bandada de cuervos por mi ventana...¿puedo quedarme aquí?-dije con timidez.
-Anda, pasa, y acomodate conmigo.
-Si te molesto puedo dormir en la cama pequeña.
-Ven conmigo, estarás mejor.
Con mi timidez que en ese momento estaba hasta los límites, y mi corazón a punto de salirse de mi pecho, dí unos cuantos pasos y me tumbé junto a él, sin rozarle siquiera.
Se dió cuenta de lo incómoda que estaba, así que se echó más hacia un lado, y me agarró con la mano, haciendome moverme más hacia él, y diciendo estas palabras:
-Ven aquí tonta, que no muerdo.
-Es que..¿seguro que no te molesta?.
-¿Seguro que en estos momentos no estás deseando estar abrazada a mí?.
Me quedé totalmente callada. No sabía que decir, no sabía ni gesticular.
Me abrazé a él con mucha fuerza, y me dió un beso en la frente, tierno, cálido, justo lo que necesitaba, y todo lo que quería.
-Gracias-le dije al oído.
-Me das las gracias, ¿Por hacerme feliz a mí?.
-Joder..te quiero.
-Y yo a tí.
Dormí de un tirón toda la noche, sin moverme, solo notando el suave cosquilleo de su mano por mi espalda, y sus dedos acariciando mi pelo, esparzido por sus sábanas.
Sí, volví a sentir ese cosquilleo.
Quizá no debería alejarme de él. Quizá debería empezar a acostumbrarme a amarle, tal y como es.
Quizá fuera esa la última noche que tuve para abrazarle todo lo fuerte que podía, y sabía.

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