Me encanta mirar hacia el mar.Se respira calma. Cada granito de arena me parece un mundo.
Los niños que tengo a mi lado juegan a hacer castillos de arena y a traer agua en cubos, sin siquiera tener noción del tiempo. Sin saber que dentro de unos años todo se complicará y tendrán que afrontar la cruda realidad.
Recuerdo cuando yo también era así.
Mi padre se acercaba hasta mí, me cogía de la mano, me llevaba por toda la orilla para buscar "tesoros", y explorar nuevos rincones que para mí eran nuevos mundos.
Mi madre nos esperaba con algo para comer, y yo le sonreía con la felicidad nata de un niño.
Ahora me encuentro tumbada, con mi libro preferido entre las manos, y con una sonrisa entre los labios.
Quizá los momentos mas felices del pasado sean los mas tristes del presente.
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